Hablemos de Posturas

Últimamente hemos podido vivir el surgimiento de grandes cambios y distintas posturas frente a temas polémicos o de interés públicos en un período de tiempo muy corto, lo que no nos ha dado mucho tiempo para reflexionar sobre por qué solemos tomar ciertas posturas o defender algunas ideas. En esta clase me gustaría que conversemos un poco sobre esto.

La semana pasada un estudiante me preguntó por qué existe una postura anti-comunista tan marcada en Chile, siendo que Rusia jamás había tenido que ver con nuestro país aparte de aquella vez en que Putín se puso un poncho en La Moneda con el presidente Ricardo Lagos y George W. Bush en 2004.

Como ya sabemos, en nuestra historia política y democrática hemos tenido varios actores pertenecientes o adherentes al partido en cuestión. Sabemos de Clotario Blest, Pablo Neruda y Gladys Marin, todos grandes personajes de la historia y contribuyentes cada uno en su área. 

Pero aún existe ese clima de tensión. Para encontrar el origen debemos subir a la máquina del tiempo para tomar un desvío al pasado…

1948, Chile

El presidente Gabriel González Videla -a quien Neruda había escrito “El pueblo lo llama Gabriel” durante la campaña electoral- impone la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, llamada también “Ley Maldita”. Esta ley, nacida bajo el signo de La Guerra Fría y el anticomunismo imperante de Estados Unidos, declaraba la ilegalidad del Partido Comunista, así como un sinfín de restricciones a las libertades individuales, sindicales y de prensa.

El gobierno presentó un proyecto de Ley de Defensa Permanente de la Democracia que declaraba “fuera de la ley” al Partido Comunista y despojaba de sus derechos políticos a sus militantes. Con el apoyo de liberales, conservadores, agrario-laboristas y la mayor parte de los radicales y socialistas, la ley fue aprobada en septiembre de ese año, con el rechazo de los comunistas, un sector minoritario de radicales, socialistas y la Falange Nacional. Como podemos ver, esta ley nace en medio de La Guerra Fría en un contexto político donde las grandes potencias comienzan a desplegar su influencia globalmente. 

En esta trama comienza a nacer la polarización del mundo. Para entender la polarización, abran su libro de Dalton (2008)¹. Entre los sistemas que describe el autor, el pluralismo polarizado se caracteriza, entre otros aspectos, por estar fragmentado en varios partidos que están distanciados unos de otros en términos ideológicos. Ahí plantea que los sistemas deben evaluarse no solo por su fragmentación, sino que también por su polarización, afirma que “…un sistema con un gran número de partidos en los extremos políticos es un sistema polarizado…” (2008, 903).

Si llevamos esta definición al caso de Chile, podemos observar que la búsqueda de consensos ha caracterizado al Chile post-dictadura cívico militar de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1989. Durante La Guerra Fría vimos dos polos políticos enfrentados en el contexto de dictadura. 

En consideración a lo anterior, la polarización se estudia desde un enfoque ideológico, el cual permite superar ciertas trabas asociadas al enfoque temático, como es la aproximación usada principalmente en la literatura. El enfoque temático busca rasgos de polarización en las opiniones que tienen los individuos respecto a diversos temas públicos (Lindh, J 2019)².

¿Es Chile un país que vive en la polarización?

Esta pregunta es un muy amplia. Nuestros grandes quiebres democráticos (como los de 1891 y 1973 o incluso el periodo de ensayo constitucional de 1823 a 1831) se han visto afectados por la alta polarización política o lucha de los intereses económicos. Estos hitos serían factores a considerar para decir que Chile es un país polarizado pero la verdad desde el quiebre de la democracia en 1973 no hemos visto periodos de polarización. 

Sí quizás tendencias políticas motivadas principalmente por el factor elecciones o la búsqueda de reafirmar sus posturas o doctrinas ideológicas caen en sesgos polarizados. 

En conclusión, es deber de todos nosotros evitar polarizar o buscar posturas de confrontación, lo hermoso de la democracia es la búsqueda de acuerdos y posturas que beneficien el contrato social bajo el cual vivimos. Debemos evitar posturas extremas, sesgos o caer en actitudes egoístas en búsqueda de conseguir beneficio propio.

Pueden cerrar sus cuadernos. Nos vemos en la próxima clase.

Material de Estudio

Bibliografía

Webgrafia