Desde mi rincón favorito (un tejado cerca de la Plaza de Mayo), observo el espectáculo humano más ruidoso del año. Miles caminan como un solo felino gigante, pero sin la elegancia de mis pasos sigilosos. Los humanos suelen olvidar rápido, como cuando prometen abrir una lata de atún y luego “se distraen”. Pero hoy, no. Hoy llevan carteles con fotos de caras borrosas, pañuelos blancos y gritos que repiten “¡Nunca más!”.
Algunos visten camisetas con rostros de desaparecidos, otros llevan banderas que dicen “30.000”. Desde abajo, veo a una señora de pelo blanco, como las Madres de Plaza de Mayo que tantas veces he visto pasear. Su pañuelo brilla más que el sol en un charco. “¿Por qué insisten en negarnos?”, dice al micrófono. Yo maúllo en solidaridad: “¡Ni los gatos negamos a nuestros cachorros perdidos!”.

El gobierno de ese humano que parece un gato electrocutado, dice que los 30.000 desaparecidos son un “cuento zurdo”. Han cerrado museos, despedido a gente que buscaba nietos robados y hasta hablan de “guerra contra el comunismo” como si fuera una plaga de pulgas. Es como si quisieran rascar sus uñas sobre las paredes de la historia hasta borrar las marcas. Pero los arañazos de la memoria son profundos, humanos.
Mientras los organismos de derechos humanos actúan como una colonia de gatos callejeros, resistiendo aunque les quiten el plato de comida, el gobierno desmantela archivos, despide trabajadores y hasta visita a represores en la cárcel. Astiz, el que secuestró a las Madres, recibe visitas como si fuera un abuelito en un asilo. “¿Y si mejor visitan a los gatos del barrio?”, maúllo.

Los humanos marchan hoy, pero mañana… ¿seguirán luchando o se distraerán con un nuevo tiktok de un perro bailando? Veo jóvenes con carteles que dicen “No olvidamos”. Algunos me acarician al pasar. “Tomen ejemplo”, les ronroneo. “Los gatos nunca olvidamos dónde está el mejor tacho de basura… ni a los que nos hicieron daño”.
El gobierno dice que desclasificará documentos. ¿Traerán luz o más sombras? No sé, pero si hay algo que un gato entiende es que las verdades escondidas siempre huelen a pescado podrido.
Nota para humanos: Si ven a un gato callejero mirando una pancarta, no lo espanten. Quizás está aprendiendo de historia. 🐾