El 12 de octubre conmemoramos la memoria de muchos y de los pocos, a veces pensamos que es solo un momento histórico, pero es mucho más que eso. Para algunos historiadores es el cambio o el punto de quiebre en la historia universal, el inicio de una globalización. El mercantilismo comenzó a expandirse, los esclavos a ser el ladrillo que sostenía estas máquinas de dinero de las grandes coronas española y portuguesa. El mundo se dividió como el continente africano.
Aquí en América algunos ya habían conocidos a estos forasteros en el norte. Ellos les ensañaron sobre escudos y otras cosas. Pero los que llegaron esta vez tenían distintas intenciones, idiomas, costumbres y hasta religión, lo cual generó amplias diferencias con la sociedad que ya habitaba en esta tierra. Su vida se impuso y se sostuvo gracias al engaño, la explotación y la esclavitud, que se convirtieron en el motor de un sistema económico.
En mis viajes por el tiempo he podido observar cómo la influencia europea afecto desde lo micro a lo macro la vida de los indígenas americanos, cambiando sus costumbres y mezclándolas con unas nuevas. Esto dificultó la capacidad de poder reconstruir historias y perspectivas de cada cultura que habitaba en el continente, es por esto que es importante que recordemos a todos los hermanos sudamericanos que por años de luchas resistieron a la humillación de los europeos. Reclamamos la dignidad de un pueblo que no solo se encontró con otro mundo, si no que ya tenía el propio, el cual jamás había sido invadido a esta escala.
Esta fecha es para sostener la pena de la humillación, la destrucción, el saqueo y la esclavitud. Recordemos reflexionando por los que ya no están, por quienes sufrieron la represión del poder superior de una corona. Recordemos a nuestros indígenas con cada cultura que desapareció por cada acto de inhumanidad de los de un único dios.
Por los Olmecas, Guaraníes, Inca, Maya, Mapuches, Aymaras, Pehuelches y muchos más.